Hay días en los que te despiertas ya cansada, como si no hubieras dormido nada.
Días en los que tu cuerpo pesa, se ralentiza, se inflama, y tú sigues adelante porque “tienes que”, aunque por dentro sientes que no puedes más.

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Quizá vives con la sensación constante de que algo en tu cuerpo está desajustado, pero nadie te explica por qué. Que te haces pruebas, cambias la alimentación, sigues indicaciones… y aun así sigues sin encontrarte. Puede que te dé miedo un síntoma nuevo, o que uno viejo regrese cuando pensabas que ya estaba más calmado.

Puede que sientas que vives en alerta, pendiente de cada señal del cuerpo, tratando de anticipar “lo próximo”.

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A veces te preguntas si esto será siempre así.
O si hay algo que se te está escapando.
O si existe un camino que no te han contado.

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Y quizá —aunque no lo digas en voz alta— te sientes sola en esto:
porque por fuera sigues funcionando, pero por dentro hay un agotamiento profundo, emocional y físico, que nadie percibe. 
Porque no encuentras a nadie que te explique por qué tu cuerpo reacciona como reacciona.
Porque no tienes un mapa.

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Si algo de esto resuena, estás exactamente en el lugar correcto.
Aquí no tienes que sostenerte sola.
Aquí empezamos a ordenar lo que tu cuerpo lleva demasiado tiempo intentando resolver por sí mismo.